viernes, 7 de febrero de 2014

LA CALMA QUE PRECEDE A LA TEMPESTAD

En este invierno de temporales sucesivos que embisten la península ibérica desde el Atlántico Norte, contrasta la apariencia de tranquilidad, si no resignación, que se ha instalado en el ámbito profesional de la Arquitectura y los arquitectos, máxime si lo comparamos con la galerna que se abatió sobre nosotros el año pasado por estas mismas fechas, después que se filtrara el primer borrador de la Ley de Servicios Profesionales. Todos estamos muy tranquilos ahora y pareciera que en el negro horizonte de la crisis se atisbara un apunte de claridad, si por tal se entiende realizar trabajos menores a precios exiguos o dibujar y justificar anteproyectos de edificaciones, sin cobrar honorarios, en la débil esperanza de que, con un trabajo de calidad y unos números ajustados, se pudiera obtener financiación con la que todos, promotor, técnico y constructor, pudiéramos no ya ganar dinero sino al menos mantener la actividad de quienes en tiempos formamos eficientes y responsables estructuras productivas. Este “impasse”, la inactividad o el silencio de unos y otros, especialmente de quienes supuestamente defienden los intereses de los profesionales, ¡mis intereses! me produce repelús y escalofríos. Algo me dice que esta situación es